La espiritualidad lasallista es una forma de vivir la
espiritualidad cristiana con la perspectiva o dimensión especial que aporta el
carisma lasallista. No es un “plus” añadido a la espiritualidad cristiana sino
una forma de vivir la comunión eclesial para la misión.
La espiritualidad lasallista nos ayuda a descubrir y vivir
la tarea educativa como lugar privilegiado de la relación del educador con
Dios. Es una “espiritualidad de la mediación”, pues nos descubre a nosotros
mismos como instrumentos en la Obra de Dios, como mediadores de su obra
salvadora con los jóvenes, ministros y representantes de Jesucristo, palabra
viva de Dios para aquellos a los que somos enviados.
El núcleo central de la espiritualidad lasallista está
ocupado por el “espíritu de fe y celo”. Puede decirse que a partir de este
núcleo, o generada por él, se va constituyendo. Movidos por el espíritu de fe
podemos descubrir a Dios y ver cómo se nos revela en el campo de la misión
recibida.
Gracias al espíritu de fe leemos nuestra historia diaria
como historia de salvación y encontramos en Dios el sentido último de lo que
hacemos.
La experiencia nuclear cristiana es la experiencia del amor
de Dios. Al vivirla desde el espíritu de fe y celo en la misión que se nos ha
confiado se va desarrollando la espiritualidad lasallista y ésta se va llenando
de nombres, de historia, de vida, de lugares y símbolos… Los lasallistas
sabemos bien cuáles son…
San Juan Bautista de La Salle (Jean-Baptiste de La Salle)
(30 de abril de 1651, Reims Francia - 7 de abril de 1719, Saint-Yon, Distrito
de Ruan) fue un sacerdote, teólogo y pedagogo francés innovador, que consagró
su vida a formar maestros destinados a la educación de hijos de artesanos y de
niños pobres de la época. Fue el fundador de los Hermanos de las Escuelas
Cristianas, Instituto religioso católico de carácter laical dedicado a la educación
de niños y jóvenes, especialmente de los más pobres. El 15 de mayo 1950 fue
declarado patrono especial de todos los educadores de la infancia y de la
juventud1 y Patrono universal de los educadores2 por el papa Pío XII.
Era el primogénito de una familia acomodada que vivió en
Francia hace 400 años. Juan Bautista de La Salle nació en Reims, recibió la
tonsura a la edad de 11 años y fue nombrado canónigo de la Catedral de Reims a
los 16. Cuando murieron sus padres tuvo que encargarse de la administración de
los bienes de la familia. Pero, terminados sus estudios de teología, fue
ordenado sacerdote el 9 de abril de 1678. Dos años más tarde, obtuvo el título
de doctor en teología. En ese período de su vida, intentó comprometerse con un
grupo de jóvenes rudos y poco instruidos, a fin de fundar escuelas para niños
pobres.
En aquella época, sólo algunas personas vivían con lujo,
había muchas personas ricas y poderosas pero había muchos más pobres. La gran
mayoría vivía en condiciones de extrema pobreza: los campesinos en las aldeas y
los trabajadores miserables en las ciudades. Sólo un número reducido podía
enviar a sus hijos a la escuela. La mayoría de los niños tenían pocas
posibilidades de futuro. Conmovido por la situación de estos pobres que
parecían "tan alejados de la salvación" en una u otra situación, tomó
la decisión de poner todos sus talentos al servicio de esos niños, "a
menudo abandonados a sí mismos y sin educación". Para ser más eficaz,
abandonó su hogar en Reims y se fue a vivir con los maestros, renunció a su
canonjía y su fortuna y a continuación, organizó la comunidad que hoy llamamos
Hermanos de las Escuelas Cristianas.
Su empresa se encontró con la oposición de las autoridades
eclesiásticas que no deseaban la creación de una nueva forma de vida religiosa,
una comunidad de laicos consagrados ocupándose de las escuelas "juntos y
por asociación". Los estamentos educativos de aquel tiempo quedaron
perturbados por sus métodos innovadores y su absoluto deseo de gratuidad para
todos, totalmente indiferente al hecho de saber si los padres podían pagar o
no. A pesar de todo, De La Salle y sus Hermanos lograron con éxito crear una
red de escuelas de calidad, caracterizada por el uso de la lengua vernácula,
los grupos de alumnos reunidos por niveles y resultados, la formación religiosa
basada en temas originales, preparada por maestros con una vocación religiosa y
misionera a la vez y por la implicación de los padres en la educación. Además,
de La Salle fue innovador al proponer programas para la formación de maestros
seglares, cursos dominicales para jóvenes trabajadores y una de las primeras
instituciones para la re-inserción de "delincuentes". Extenuado por
una vida cargada de austeridades y trabajos, falleció en San Yon, cerca de
Rouen, en 1719, sólo unas semanas antes de cumplir 68 años.
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